Esaú la miró cautivo de lujuria. Ella le sonreía, ahora afligida, ahora traviesa. Tumbada, desnuda, con un sexo frondoso como la jungla tropical de la que provenía. Inquietante como un ritual de magia
negra. Iluminados por una hoguera. Las lianas proyectan sombras amenazantes sobre el chamán. Se quita la careta y Jacqueline escupe a Esaú un brebaje hirviente que traga ávido. Deformándole.
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