viernes, 4 de marzo de 2016

La azotea del infierno: la Bodega de Pepe El Castrojo

"La Bodega olía a droga adulterada y galeras. Se jugaban timbas de póquer en la trastienda. Se prestaba dinero y se cobraba. La manteca volvía a la cocina de Pepe El Castrojo, como salía, entraba multiplicada por los intereses, o reducida, pero con los dientes del moroso en cuestión, que solía ser cualquier padre drogadicto que se jugaba su precaria realidad en busca del golpe de suerte que acababa llegando en forma de proyectil 9 milímetros. A quemarropa."

portada, la azotea del infierno, novela negra, Segismundo Palma, editorial amarante 


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