viernes, 18 de marzo de 2016
La azotea del infierno: speedball
La luz de la Harley se difuminaba en la lejanía, hacia La Línea de la Droga. Se perdía entre decenas de luces de freno y los haces amarillentos de las farolas. La noche había caído. El centelleo de la Ciudad vivía eléctrico como una máquina tragaperras estropeada, como las neuronas de los yonquis tocaban bingo al paso del último speedball. Hasta sus almas se iluminaban anegadas de neurotransmisores, con los axones encharcados de noradrenalina. Las células en celo. Interconectadas como el nudo de carreteras que bordeaba la frontera entre el centro y las zonas limítrofes del Barrio.
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